Por Omar Farías Luces
Actualmente,
vivimos en tiempos de cambios, por
lo que la compañía que quiera perdurar en el tiempo debe desarrollar la habilidad de adaptarse y moverse más
rápido que su competencia, al tiempo que atiende a sus clientes.
Para
esto se necesita agilidad empresarial,
que es la capacidad de una compañía para adaptarse
rápidamente ante los cambios del mercado, tanto interna como externamente.
Se trata de contestar en poco tiempo y con flexibilidad a
las peticiones de los clientes; liderar el cambio de manera productiva y rentable
sin disminuir la calidad; mantener
una buena ventaja ante la competencia;
además de apreciar el talento de los jóvenes.
Los
principios de la agilidad empresarial son:
Importancia
y satisfacción del cliente.
Aceptación
de novedades para mejorar los resultados.
Medición
del progreso con indicadores concretos.
Desarrollo
sostenible para garantizar la continuidad del proyecto.
Compromiso
del trabajo en equipo.
Motivación
y confianza con los colaboradores.
Autogestión
de los equipos.
Adaptación
a circunstancias cambiantes.
La aplicación de esto, permitirá un buen ritmo de producción, mejorar procesos como la
perfección de la calidad y entrega de productos o servicios, así como la adopción
de nuevas tecnologías para establecer soluciones rápidas, favoreciendo la
flexibilidad en la organización.
Es indispensable estudiar el tipo de compañía, sus operaciones y cultura, para decidir si
es conveniente aplicar el sistema de agilidad empresarial, o si por el
contrario resulta más beneficioso mantener el ritmo actual, ya que cuando se
trata de una pequeña no es necesario, igualmente cuando en ella se realicen
procesos muy repetitivos o sean regidas por leyes.
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