A todos nos
ha pasado alguna vez que preferimos ocuparnos de cualquier actividad, no
importa lo pequeña o insignificante que sea, antes que ejecutar ese proyecto pendiente, que si bien sabemos
que es importante, nos llenamos de excusas para no llevarlo a cabo.
Ese hábito
tan pernicioso se llama procrastinación, y al menos en el ámbito laboral
podría definirse como la acción de
postergar o posponer situaciones o actividades que son ineludibles, atendiendo
en su lugar otras más gratas o de menos relevancia.
Hay algo
muy particular cuando procrastinamos, ya que tenemos conciencia de que lo
estamos haciendo y del stress que nos causa tener ese pendiente, pero aun así
lo seguimos haciendo en una suerte de círculo vicioso que afecta nuestra tranquilidad mental y nuestro trabajo.
Según
estudio de Pychyl y Sirois, evitar
la procrastinación tiene que ver en enfocarse más en “la urgencia inmediata de
administrar los estados de ánimo negativos” que en dedicarse a la tarea.
Lo vicioso
de este círculo es que cuando postergamos, sentimos un alivio temporal, es
decir, una suerte de recompensa por haber procrastinado. Y el conductismo
básico nos dice que cuando somos recompensados por algo, tendemos a hacerlo de
nuevo.
De ahí que
los estudiosos del tema concluyan que la
procrastinación crónica tiene consecuencias negativas no solo a la
productividad, sino también en nuestra salud física y mental, ya que
ocasiona estrés crónico, angustia general, síntomas de depresión, ansiedad,
hábitos deficientes de salud, enfermedades crónicas e incluso hipertensión y
enfermedades cardiovasculares.
Emprender y procrastinar van por
vías distintas y contrarias
Si en el
proceso de emprender se requiere por naturaleza una férrea voluntad para enfrentar numerosos obstáculos, así como una alta
dosis de fortaleza y perseverancia
para no morir en el intento, es fácil imaginar todo lo perjudicial que puede
ser un comportamiento procrastinador en algún proyecto.
Muchas
veces el temor al fracaso induce a
postergar. Cuando nos invade esa sensación, tratamos inconscientemente de
evitar que llegue el momento crucial en el que estaremos completamente
vulnerables ante la posibilidad del fracaso.
En otras
ocasiones puede ocurrir que te sientes con suficiente tiempo para cumplir con
alguna tarea, y al dejarlo para después también estás procrastinando, lo que puede afectar gravemente el resultado.
Confiar
demasiado de tus capacidades hace también que te conviertas en un
procrastinador, y así sea cierto, te
habrás regalado horas de angustia innecesarias trabajando bajo presión para
terminar el trabajo a última hora y con menos tiempo para revisar y
perfeccionarlo.
Como leí en
una oportunidad, “Lograr el éxito, a pesar de tener el hábito de procrastinar,
no es garantía de que lo puedas alcanzar siempre, pues el hecho de posponer actividades cruciales puede
afectar en gran medida el resultado final, bien sea porque te equivoques en
el apuro o porque te faltó tiempo para darle los toques finales”.
Por estas y
muchas razones más, conviene deshacerte de este hábito que lo único que deja en tensión, ansiedad y frustraciones
que podrían evitarse siguiendo las recomendaciones de los expertos.
Una que me
ha funcionado es mantener claramente en
mi mente, los beneficios o recompensas de llevar a término cada tarea que me
conduce al logro de mis objetivos. Esto me emociona y me llena de ilusión,
dándome así un estímulo suficiente para cumplir con mi labor.
A esto les
sumaría otras estrategias:
1- Disciplina
y posición de trabajo.
Stephen King los dijo en estos términos: "Los aficionados se sientan y
esperan a que les llegue la inspiración; el resto de nosotros, simplemente nos
levantamos y vamos a trabajar”.
2- Ponle
plazo a cada asignación.
Una meta fija siempre hace que el trabajo sea más fácil de terminar. Cuando no
tenemos una fecha de entrega definida, las tareas suelen ser menos concretas en
nuestras mentes. Esta falta de claridad es una gran aliada de la distracción.
“La inspiración más grande es una fecha límite”, explica Nolan Bushnell,
fundador de Atari Corporation y de Chuck E. Cheese Pizza.
3- Fracciona
y dedícate a una porción a la vez.
Las tareas grandes parecen abrumadoras y te inducen a procrastinar. Así que divide
las tareas en partes pequeñas y concéntrate en una a la vez. Así lo expresó
Gary Keller en su libro The One Thing: Aquellos
que se concentran en una sola cosa son quienes avanzan en este mundo. Si
queremos evitar sentirnos abrumados, debemos dividir nuestros objetivos y
proyectos. Sin importar qué tan grande sea un proyecto, éste siempre puede
dividirse en partes más pequeñas que nos permitan comenzar a trabajar en una
secuencia lógica.
4- “Terminado”
es mejor que “perfecto”.
Por eso esforcémonos en dar lo mejor, pero como emprendedores, entreguemos
resultados oportunamente que podamos ir perfeccionando después.
5- Sal
a caminar y despeja la mente.
Sin usarlo como otro recurso de dilación, intenta hacer una caminata u otro
ejercicio ligero antes de sentarte a trabajar. Esto puede ayudar a romper el
círculo vicioso de la procrastinación y le permitirá a tu mente subconsciente
procesar las ideas claramente.
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