La inteligencia emocional es ese conjunto de habilidades que nos permite reconocer, comprender o gestionar nuestras propias emociones; desarrollarla no sólo nos brinda una mayor autocomprensión y autorregulación, sino que también fortalece nuestras relaciones interpersonales y nuestra capacidad para enfrentar los desafíos.
El libro “Inteligencia emocional” de Daniel Goleman, psicólogo, periodista y escritor estadounidense, pretende dar a conocer las visiones científicas sobre la emoción, el significado de dotar de inteligencia a la emoción y tomar conciencia del dominio de los sentimientos, todo resumido en una de sus frases más relevantes “El requisito para llegar a controlar las emociones de los demás (para llegar a dominar el arte de las relaciones) consiste en el desarrollo de dos habilidades emocionales fundamentales: el autocontrol y la empatía.”
En primer lugar, es importante estar conscientes de nuestras propias emociones y ser capaces de identificarlas. Esto implica prestar atención a nuestras sensaciones físicas y a los pensamientos que surgen en diferentes situaciones. La meditación y la práctica de la atención plena son herramientas útiles para cultivar esta conciencia emocional.
Además, es importante aprender a gestionar lo que sentimos. Esto significa ser capaces de manejar el estrés, la ira, la tristeza, etc., de una manera constructiva, en lugar de reprimirlas o dejar que nos controlen. El desarrollo de estas habilidades de autorregulación nos permite responder de manera adecuada a cada situación, en lugar de reaccionar de forma impulsiva.
La empatía también desempeña un papel clave en este proceso. La capacidad de ponerse en el lugar de los demás, comprender y compartir lo que sienten, nos permite establecer conexiones más sólidas con las personas que nos rodean.
Asimismo, el cultivo de la resiliencia nos permite adaptarnos mejor a las dificultades y recuperarnos más rápido de los contratiempos. El autocuidado y la gestión del estrés también son fundamentales para mantener un equilibrio emocional saludable.
En resumen, trabajar nuestras emociones es un proceso continuo que requiere tiempo, esfuerzo y práctica. Sin embargo, podemos apoyarnos de diferentes recursos como: libros, cursos, terapias o incluso aplicaciones móviles especializadas que nos enseñen técnicas específicas para desarrollar la inteligencia emocional que necesitamos. Al invertir en nuestro crecimiento personal, podemos disfrutar de una mejor calidad de vida, relaciones duraderas y una mayor capacidad para enfrentar las situaciones que se nos presentan.
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